martes, 20 de septiembre de 2011

LA NIÑA EN EL BAÑO

Erase una vez una niña  que no era una niña muy limpia, ya que no se bañaba, no limpiaba su cuarto, etc. 
A la pequeña le gustaba jugar fútbol y por su habilidad en el equipo la apodaban la abejita, pero su nombre real era  Ana Gloria Rodríguez Sánchez, le decían abejita además porque era tan atenta al balón como una abeja lo es con la miel. 
Un día jugó un partido, pero hacía tanto sol que  le empezaban a caer gotas de sudor, aparte de eso se empezaba a sentir desaseada; así que corrió tan rápido  que en un dos por tres llegó a la casa y le dijo a su mamá que si se podía meter a la ducha. Cuando de pronto, la mamá  le dijo que se había ido el agua. 
Pasó una hora y por fin llegó, Ana se metió a la ducha y se dio un baño que quedó reluciente; su cabello sucio y enredado quedó liso, limpio y sin enredos. Su piel quedó blanca como un copo de nieve, sus ojos negros brillaban más y sus pequeños labios rosados sonrieron de comodidad por la limpieza. 
Así, Ana  aprendió a ser limpia.

SEBASTIAN Y LA CALABAZA MAGICA

Érase una vez un niño llamado Sebastián y como todos los niños tenían un sueño… quería volar. Un día fue a pescar era su pasatiempo favorito cogió su caña, le puso el gusano y de repente ¡puuuf!  al agua fue a dar, Sebastián mientras esperaba el pescado se durmió.

De repente la caña se movió y Sebastián  despertó con muchos nervios, cogió la caña temblando y empezó a recoger y recoger pero no sentía nada todo estaba muy quieto y dijo ¿que será que no se siente nada?, de repente se desmayo cuando vio que era una calabaza parlante.

Al día siguiente despertó y la calabaza dormía, Sebastián la observaba y se preguntaba ¿tendrá cerebro? y la corto por la mitad, la calabaza se sorprendió y Sebastián se sorprendió más cuando ella misma se volvió a pegar pues era mágica.

Pasaron los días y la calabaza y Sebastián se volvieron buenos amigos. Como la calabaza cumplía deseos Sebastián le propuso a su amiga la calabaza que le ayudara a volar, la calabaza pensó por un momento... ¡y si primero aprendiera a pescar! seria de gran ayuda para todos, la calabaza miraba a Sebastián y le dijo te voy a cumplir tu sueño pero primero tienes que aprender a pescar para con tu ayuda poder alimentar a los más pobres.
Sebastián aprendió y pronto la calabaza fue a llevarles el pescado frito a los más necesitados, así cumplió su sueño y el de las demás personas.